En la horas profundas de sueño le asalta el mismo pensamiento. Un coche se desliza, veloz y silencioso, por la calle donde todos duermen, donde todos se hallan en la fase cuatro ( sueño delta ), en la que cuesta mucho despertar. Todo está iluminado pero para él solo brilla el vehículo ocupado por varias personas adultas y un niño pequeño, muy enfermo, del que todos están pendientes.
Van en busca del médico a ver si consigue atajar el mal. Es el facultativo de toda la vida, al que acuden de día y de noche, cuando nace un nuevo miembro de la saga, cuando el padecimiento reclama alivio y cuando la muerte merodea por los alrededores, sigilosa y calladamente para sorprenderlos en la inopia. Esta vez, no lo conseguirá. Hay muchas manos implorando por el doliente de pocas lunas. Loado sea Dios.
otiliaseijas@gmail.com
lunes, 24 de junio de 2013
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1 comentario:
Rezaré por él.
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