viernes, 9 de abril de 2010

Mi añorado diván

Decidimos someter a votación si cambiábamos el tresillo azul de la salita o lo manteníamos en su sitio. Tenía la esperanza de que mi marido me respaldase en mi lucha conservadora de viejos muebles, pero no fue así ya que se puso del lado del vástago y perdí la batalla. A partir de ese día añoro ese diván confortable, en el que no existía ningún desnivel, ni hacia atrás ni hacia adelante, por lo que me podía tumbar relajadamente, sin inclinar mi cuerpo de cara a la diestra ni cara a la siniestra. Como era de lanilla te acogía cálidamente, propiciando tu descanso y, a veces, el sueño. Ahora, con este canapé, frío como el hielo,enorme como un iceberg, necesito una manta que me proteja del gélido skay, de color indefinido que nada me transmite, muy útil para un parapente, por poner un ejemplo, pero inadecuado como mueble de reposo. ¿ Por qué no harán caso los hombres del sentido común de las mujeres?.¡ Ay,! Añoro mi diván azul, amigos míos.

otiliaseijas@gmail.com

1 comentario:

live jour dijo...

Es una trivialidad pero también la cosas, en apariencia, sin importancia ,traen consecuencias como es la decepción por la compra, hecha un poco a la ligera y sin conseguir la utilidad que se esperaba, y el rechazode la anfitriona hacia algo que no proporciona el bienestar soñado.Ella, además, se encontraba enferma y no podía calibrar desde casa la calidad de la adquisición.